Diego Forlán: La marcha de Casillas del Real Madrid demuestra que en el fútbol no hay lugar para sentimentalismos

Lluis Gene / AFP
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Es difícil saber cuándo decir adiós como futbolista. Cuando a principios de este año anuncié mi retirada del fútbol internacional, Luis Suárez me llamó.

“Es una lástima que no vayas a jugar más”, dijo mi buen amigo. “Hemos compartido buenos momentos juntos. Pero dime una cosa, ¿cómo supiste que era el momento idóneo para retirarte?”

No pude responder de inmediato porque no existe una respuesta obvia a esta cuestión. Luis insistió, quería saber.

“Siempre piensas que puedes seguir jugando pero hay algunas señales que te pillan por sorpresa”, le contesté. “Pequeños detalles que eran fáciles y que de repente resultan más difíciles. Pueden ser mentales o físicos. Sin embargo, no se trata solo de ti. Hay otros jugadores, además de ti, que quizá merezcan una oportunidad. Existe cierta tendencia al egoísmo y a ponerse en primer lugar, pero hay que tener una mentalidad abierta.”

Es algo confuso pero lo cierto es que no existe una manera clara de poner fin a una carrera o de marcharse a un club más pequeño; no hay una fecha definitiva para marcharse en la que todo el mundo esté de acuerdo.

Pensé en ello esta semana al ver a Iker Casillas dejar el Real Madrid para irse al Oporto, un gran club. Le tengo un gran respeto a este club portugués, su consistencia y los jugadores que identifica, desarrolla y vende obteniendo beneficios, pero, no nos engañemos, no es el Real Madrid, que se considera el club más grande del mundo. Es un paso atrás al igual que lo es la marcha de Robin van Persie del Manchester United para unirse al Fenerbahce.

Xavi Hernández dijo que Casillas recibió un trato injusto por parte de los españoles y el propio club merengue. Entiendo su punto de vista pero la despedida de Xavi del Barça el pasado mes fue una excepción. La mayoría de los jugadores no se van de un club que acaba de ganar el triplete. ¿Qué hubiera ocurrido si Xavi hubiera dejado el club que le ha visto crecer el año pasado, cuando el Barça acabó la temporada con las manos vacías? Su despedida no hubiera sido tan emocionante como fue.

Casillas podría haberse ido del Madrid hace un año como campeón de Europa.

El fútbol no entiende mucho de sentimentalismos; es una profesión cruel. Tu cuerpo te dice cosas que no quieres escuchar. Así funciona la naturaleza y eso es algo difícil de combatir.

Jugadores y entrenadores, aficionados y presidentes suelen tener maneras diferentes de ver una situación. No es fácil para un entrenador saber cómo tratar a un jugador que ha empezado su declive. A veces el entrenador es quien toma la difícil decisión. A veces es el presidente. Y a veces se cometen errores.

El Madrid podría haber tratado mejor a Casillas. Podría haberle protegido de los ataques de los medios de comunicación y de los propios aficionados. Pero no lo hicieron. Le dejaron solo ante las críticas. ¿Es que estaban preparando el terreno para suavizar de este modo el impacto de su marcha?

Jugué contra Casillas en numerosas ocasiones. Cuando yo estaba en España era el mejor portero del mundo. No hay mejor elogio que le pueda dar. Ser el mejor de España, un país de grandes porteros, ya es un gran homenaje. Fue campeón del mundo en Sudáfrica logrando parar los tiros clave de Arjen Robben en la final. Lo ganó todo.

En un derbi contra él en el Vicente Calderón, Sergio Agüero jugó bien pero no consiguió anotar. Disparamos varias veces a puerta pero detuvo todos los disparos. No dejó pasar nada.

Casillas fue vital para el Madrid. En un instante cambiaba un ataque del oponente, tras parar un gol, en un ataque del Real Madrid. No es fácil ser guardameta en los clubs más grandes. La gente se fija siempre en todos los errores pero Iker mantuvo un temperamento perfecto año tras año. Tuve la oportunidad de conocerlo fuera del campo. Es un buen tipo pero su situación es difícil.

Casillas merece ser el número uno y jugar cada semana pero el club blanco quiere al número uno del mundo y parece que al final será mi antiguo compañero del Atlético David de Gea. Ya tuvieron a un número uno y ahora quieren al siguiente número uno, que resulta ser madrileño. Algo similar ocurrió en el Chelsea que contaba con Petr Cech, un portero brillante, pero quería al joven Thibaut Courtois. No se les puede reprochar que piensen en el futuro.

Entonces, ¿cómo despedir a una leyenda como Casillas? Es una decisión difícil pero el Madrid tiene que tomar este tipo de decisiones para poder seguir siendo el mejor, como lo hizo cuando dejaron que Raúl se fuera. El orgullo, el dinero y el ego complican aún más la situación.

Los ídolos no quieren un trato especial pero se lo merecen por todo lo que han dado a su club a lo largo de los años. O al menos se merecen honestidad. El problema es que las partes no siempre cuentan toda la verdad.

Cuando el Atlético quería venderme me dijeron que había ganado demasiado dinero y que querían venderme. Aprecié su honestidad. ¿Me marché apresuradamente y busqué un nuevo club? No. Tenía un contrato; me sentía tranquilo, no estaba enfadado. Más tranquilo que el Atlético. Me trataron bien la mayor parte del tiempo pero podrían haberme hecho la vida imposible, poner a la prensa en mi contra o dejar que entrenara solo. No fue tan mal y luego el Inter de Milán vino a por mí.

Con el tiempo Casillas y Van Persie lo superarán. Ahora pueden concentrarse en el fútbol de nuevo. Sus despedidas no fueron ideales pero ¿lo son alguna vez? Ni siquiera mi buen amigo Luis Suárez podrá predecir uno de los momentos más difíciles en la carrera de todo futbolista.

En Twitter: @NatSportUAE